𝗟𝗔 𝗩𝗜𝗗𝗔 (𝗼 𝗹𝗮 𝗠𝗔𝗡𝗢 𝗗𝗘 𝗗𝗜𝗢𝗦)
Los cambios nos asustan. Nos paraliza la incertidumbre y lo desconocido.
Ante ellos, surge el temor a perder todo lo que hemos logrado.
El vacío de no saber qué sucederá da paso a una extraña mezcla de ansiedad, osadía, vacilación y expectativas de diversa índole.
Un combo explosivo que te lleva s dar ese primer paso y lanzarte a lo desconocido; o te ancla en la comodidad de seguir prefiriendo la seguridad conocida o esperando una señal divina de acción.
Y esa señal esperada es la voz interna que te pide, precisamente el cambio.
Los mandatos sociales, ancestrales y los personales nos atan. Nos sujetan a esa falsa e ingenua zona creada, donde nos sentimos a salvo. Donde nos permitimos crecer y vivir, aún añorando otra situación.
Nos engañamos con ilusiones y metas a tan largo plazo que nos perdemos en esas quimeras. Y nada sucede.
Nada nos sucede, porque estamos muertos y vacíos en esa falsa seguridad.
Un día, la vida (o la mano de Dios) viene y rompe una rendija de la cárcel de cristal. O la pulveriza, dejándonos desnudos ante el Todo.
Y así descubrimos el cambio.
Se lo niega.
Se lo observa.
Se lo asiente.
Se lo camina.
Se lo integra.
Se lo disfruta.
Se lo agradece.
Se lo bendice.
Se lo venera.
El cambio genera miedo. Pero la vida (o la mano de Dios) tiene una grata sorpresa: el miedo genera más miedo, y si no nos movilizamos ante él, lo hará nuestro Ser y nuestro cuerpo, detonándonos para escapar de prisión.
Porque el miedo tiene solo un reflejo frente a él: el AMOR. Y el amor todo lo puede, abarca sin límites.
Nuestro Ser y nuestro cuerpo, cuando conocen al amor, solo desean más amor.
Y el Amor expande y se expande, diluyendo todo lo que no lo es. Transformando, en amor, todo a su paso
El miedo puede golpear nuestra puerta. Puede ingresar y habitarnos.
Pero es tan solo un huésped, porque en nosotros reside, reina y mora el Amor.
Ese Amor Más Grande que a todo invitado le otorga amor. Más y más amor, hasta convertirlo o separarlo, si no desea ser transformado.
Recuerda: bendice a ese miedo que hoy te está visitando y permítete despertar al Dueño de tu casa: el amor.
El amor, que te habita, que te reina y que te mora, sana y transforma todo. Todo...
Tan solo respira y experimenta, con el latido de tu corazón, la misma vida (o la mano de Dios) que pulsa y late barriéndolo todo. Transformando todo, con cada respirar.
Porque la vida (o la mano de dios) te propone cambios constantemente, como tú mismo lo haces con cada exhalación cuando mueres y vuelves a renacer a la nueva oportunidad de vivir un segundo más...
Observa el milagro de la vida (o la mano de Dios) en ti.
Sé esa vida (o la mano de dios)
Y crea, respira y vive sin miedo.
Comienza hoy tu camino de transformación.
Dile SÍ a la vida (o a la mano de Dios)
𝗠𝗮𝗿𝗰𝗲𝗹𝗮 𝗦𝘁𝗮𝗰𝗵𝘂𝘇𝗮✍️
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¿Quién le dice
🙋♀️SÍ a la vida (o a ls mano de Dios) para vencer a tu miedo?
Bendiciones,
Marcela.
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